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miércoles, 15 de marzo de 2023

"El Portero" en francés.

 

Titre : "Le gardien de but"

        J'avais l'habitude de jouer au football, au poste de gardien de but. Je sentais que mon jeu était de mieux en mieux maîtrisé. Mon père m'avait conseillé de m'entraîner avec les plus grands afin que je puisse faire ma percée. Quand j'ai foulé le grand terrain de gazon, j'ai aperçu mon voisin de chambre ; c'était assurément un garçon plus âgé que moi. Il se tenait là, arbitrant une partie. Une bande m'a invité à rejoindre l'équipe et m'a proposé de faire un match car elle n'avait pas de gardien de but. Les coéquipiers ont vite  frappé fort, tellement fort dans le ballon que je me voyais m'effondrer à chaque tir. À un certain moment de la partie, ils décidèrent de se reposer. Quelques minutes plus tard, arriva une autre bande, investissant le terrain pour disputer un match avec l'équipe en place, qui n'avait marqué aucun but puisque je défendais activement mon poste. Ces joueurs se sont amusés à me faire toutes sortes de blagues douteuses. J'entendais clairement leurs commentaires, qui me déplaisaient fortement. Ces jeunes garcons étaient des personnes très désagréables. Je me suis senti vraiment indigné mais, à aucun moment, je n'ai abandonné mon poste de gardien. À la fin, nous avons gagné la partie et la première bande est partie en fêtant la victoire. Les perdants étaient furieux, ils cherchaient à me frapper. J'étais seul, j'avais très peur. Ils ont d'abord commencé par me pousser violemment. Les cris retentissaient dans le terrain tout entier.  Ces cris étaient si forts que mon voisin les a entendus et a accouru immédiatement, accompagné de ses amis, chassant manu militari les intrus hors du terrain.  Je n'arrêtais pas de penser à tout ce qui s'était passé ce jour-là, et j'en ai parlé à mon père. Puis intrigué, je lui ai posé des questions :

     — Pourquoi la première bande m'a-t-elle lancé des ballons avec autant de force ?

     —Les tirs sont lancés de manière à ce que le gardien ne les arrête pas.

     – Pourquoi l'autre bande m'a-t-elle provoqué dans le jeu ?

     — Ça s'appelle l'impuissance et l'envie, ça fait partie du mauvais jeu. Ils ont réalisé qu'ils ne pouvaient pas remporter le match, ils ont donc utilisé un jeu vicieux. Et comme ils ne savaient pas comment perdre, ils ont hurlé sur vous. Le voisin est intervenu, il exerce en tant qu'arbitre, il sait parfaitement que l'agressivité ne fait pas partie du jeu.

       – Maintenant, je comprends mieux le football, car il fait partie de la réalité .

 

 Traducido por Isabelle Mouzin.

 

martes, 3 de enero de 2023

"No está todo perdido"

 

Título: ”No está todo perdido”

Autor: Francisco Morales Domínguez.

 

No está todo perdido.

Aún hay esperanza.

 

Permanece la fe

en la labranza,

donde crece el amor

a base de cariño

y donde afloran recuerdos

del pasado

en el presente

como lágrimas de la luna

que lloran por un amor

que no se ha vivido.

 

Han pasado los años

y yo sigo pensando

en aquella chica tan guapa

llena también de belleza interior.

 

Tenía que madurar,

esperar a que le dicte su corazón

a quién quiere de verdad.

Y no debe temer

el rechazo de su amado

pues la vida se vive a plazos

ante una pasión decidida.

 

Copyright 2023.

"Hoy me toca la lotería"

 

Título: ”Hoy me toca la lotería”

Autor: Francisco Morales Domínguez.

           Tengo el presentimiento de que hoy me tocará la lotería. Me da mi madre el dinero, y mi hermana añade diez euros para que compre Coca-cola, pan y dulces. Pongo la lotería y voy al Súper; entro y cojo la Coca-cola, pero, cuando voy a pagar, no tengo los diez euros; los busco y salgo fuera para ver si los encuentro. Cuando me doy cuenta, he salido con la Coca-cola debajo del brazo. Llego a mi casa y mi hermana se ríe de mí. Me hace volver a súper, comprar otra Coca-cola y que se la cobren doble. También compré unas papas para el partido. Arriba el Tenerife. Au revoir.

 

Copyright 2023.

miércoles, 10 de julio de 2019

"Notas de canción de amor en un vagón de tren".


Título:”Notas de canción de amor en un vagón de tren”.


       Nunca la olvidaré, sus palabras sonaban a la melodía más bailable del Jazz. Tenía el encanto de la música en sus venas y sus ojos eran dos focos de ritmo que iluminaba la noche. Si la mirabas fijamente podrías caer deslumbrado ante su cuerpo embriagador. Su larga melena morena y su peinado cautivó al viento con suaves movimientos mientras cantaba y bailaba. Cuando la vi por primera vez en el aquel concierto en Madrid, mi instinto me dijo que no sería la última. Yo era su saxofonista y estaba en aquel evento cubriendo la baja del componente de su grupo. El recital fue todo un éxito y los fans le pedían que no dejara de cantar. El público estaba conquistado y no era por mi música sino por su voz.
       En el backstage, ella se me acercó y la conversación fue tan agradable como la copa que bebía, recuerdo que era un vino que me llegó a la sangre, sus palabras al corazón y en ese momento mi alma se le entregó. Sentí en mis adentros algo muy fuerte cuando me miraba. Fue el momento en que la miré a los ojos y ella me respondió con una sonrisa. Tuve la mala fortuna que la reclamaba su agente para una entrevista correspondiente al concierto. Ella se fue a despedir con un beso en la mejilla pero como no alcanzaba me agarró del brazo con suavidad y tiró de mí con ganas de darme el beso. Al sentir sus labios me contagié de su deseo y le devolví el beso en la otra mejilla sintiendo su tersa piel de su bello rostro.
       Varias semanas después, iba a un ensayo con el saxofón y vi el poster de su concierto en vivo en Madrid que estaba en una tienda de discos. Lo vendían en DVD. Me sentí emocionado al oír en la tienda la voz de ella acompañada de mi música. Compré el DVD y me dirigí a verlo en mi casa. Inesperadamente recibí la llamada de mi amigo Horacio. Quería que lo acompañara a la estación de Atocha, no me explicó bien el problema por teléfono, así que decidí acudir al encuentro en la estación. Cuando llegué, vi a Horacio y me contó que había conseguido entradas para ver el Festival de Jazz de San Sebastián. Al verme con el saxo se alegró. No entendí su pensamiento pero hubo algo que me animó en la conversación, me había dicho que había visto entrar en la zona vip a una cantante de Jazz. Enseguida me mostré intrigado y mis esperanzas se vieron realizadas al ver como Horacio sacó su móvil y me enseñó una foto de ella. La misma Laura Martín. En ese momento, ella salió de la zona vip y nos vio. Se dirigió hacia nosotros y el bueno de Horacio se quedó perplejo. Ella me saludó con el brazo mientras venía caminando. Cuando se aproximó me dio un beso que me hizo vibrar. Todavía se acordaba de mi nombre y le presenté a mi amigo Horacio que no lo conocía. Ella estaba alegre y nos preguntó si íbamos a tocar en el festival de San Sebastián. Yo le dije que ya me gustaría y ella nos animó a ir. En sus ojos vi que estaba esperando mi decisión positiva y yo no me pude negar. La música empezaba hacerme sonar una brillante melodía cuando ella me dijo de volver a tocar con el grupo. Le dije que me gustaría mucho, pero sólo fui  contratado para aquel concierto en Madrid. Ella me contestó que el saxofonista se había puesto malo de gripe y que sólo tenía que hacer una llamada para que volviera a trabajar. No me lo pensé dos veces y accedí al evento. Me había embarcado con ella y su grupo a un concierto en San Sebastian. El tren dio la última llamada a los pasajeros a la ciudad de Donostia y yo iba en el convoy. Una vez dentro nos apoltronamos en un lugar donde el relax fuera necesario para tan largo viaje.El grupo tenía literas para dormir pero ella prefirió quedarse a hablar conmigo. Se sentó en la ventanilla y poco a poco se fue cansando eligiendo mi hombro para descansar. Según pasó la noche yo soñé despierto, caí en profundo limbo donde estaba a solas con ella y de la multitud se me acercaba para buscarme. No sé que me decía ni yo lo que le respondía pero me cogía de la mano con delicadeza como sabía hacerlo una mujer enamorada. En ese sueño había mucha gente y ella era admirada y deseada por el público asistente. Desperté de mi insomnio y su agente me dio órdenes para el concierto que fue un acierto pues cuando toqué hubo un productor que me quiso contratar para su orquesta. Ella me dijo que no perdiera esa oportunidad pues vivir de tus sueños, es lo más bonito de la vida. Ante tan gentil consejo, ella y yo, sabíamos que sería difícil volver a vernos y que esa sería nuestra última noche. Teníamos toda la noche por delante y decidimos vivir como el último día de la vida. La llevé a cenar a un restaurante de la costa y nos comimos unas cocochas que nos supieron a mar. Paseamos por la playa la concha y caminando descalzos por la arena. Las olas iban y venían y ella no se inmutaba a mojarse los pies. Sin embargo yo las esquivaba y ella le daba patadas al agua para que el frescor del mar salpicara mi cansado día. En una de esas se me acercó huyendo de una ola y la abracé besándola, el resto ya no lo puedo recordar  porque se lo dejo a mi memoria cuando la ponga a enfriar.
     Fui contratado por el grupo de música y estuve de gira con la satisfacción que nos contrataron para hacer una banda sonora de una película. La película fue un éxito y  conquistó el corazón de las taquillas. Fui recopilando noticias de Laura y ella había sido actriz en una película. También hizo promoción de su película y casualmente nos encontramos en el Festival de Cine de Venecia. Ella en medio de una fiesta vino a dar conmigo y se me acercó con la intriga en su mirada preguntándome:
  --¿De Cannes?
  --De San Sebastián –le contesté.
    En ese momento la intriga desapareció de su mirada y me cogió de la mano como sabe hacerlo una mujer enamorada.
                                                    Fin.
Copyright 2013-

domingo, 24 de febrero de 2019

"Uma".


       Durante el mes de Noviembre de 2007 me di cuenta que mis días en casa de mis padres habían tocado a su fin. Tenía veinticinco años y era recepcionista en un hotel de cuatro estrellas. Me llamaba Ernesto Sarasola y no había terminado la carrera de Turismo. Mis padres se negaron a  avalarme en el alquiler del piso sin razón alguna. Pienso que nunca han confiado en mí y eso se debe a muchas razones y en especial que mi padre pensara que era un fracasado. Sin duda no lo era, pero mi padre me había pedido metas muy altas para mí y no comprendía que sólo eran delirios de grandeza. El quería que me hiciera millonario y el pobre iluso no razonaba las cosas que quería para su hijo. Mis padres tenían un pequeño negocio en un barrio obrero y ellos pensaban que era el mejor negocio del mundo. Pretendían que yo trabajara en el negocio gratis, ya que, según ellos, ya me daban de comer y cama gratis. Les dije que traer un hijo al mundo no era una inversión ni un negocio, simplemente es un acto de supervivencia de la raza humana y que tenían que pensar que yo había heredado sus genes y no los de Albert Eintein ni los de Bill Gates. Otro de sus delirios de grandeza fue la idea de que yo debía trabajar y estudiar, pues ellos pensaban que la educación me la tenía que ganar y esa era otra de sus tretas para que fuera a trabajar gratis a su tienda. Yo me negué y ellos en venganza me dieron la espalda cuando les dije que iba a estudiar Turismo. Así empezó mi peregrinación por las agencias temporales en busca de trabajo desde que terminé el Bachillerato y la PAU. Utilicé toda clase de contactos para conseguir un trabajo que me permitiera estudiar. Los veranos me los pasaba estudiando y trabajando en la construcción y cuando salía cansado de las mezclas del cemento y de cargar bloques no me quedaba otro remedio que ponerme a estudiar las asignaturas que me habían quedado para Septiembre. Me acostumbré al trabajo duro y al solajero pero pronto me llegó la suerte de mi vida, el aeropuerto. Empecé allí como agente de servicios auxiliares para una empresa de handling. Concretamente mi trabajo consistía en la carga de equipajes en los aviones y en los patios de entregas y facturación. Inicialmente me hicieron un contrato de diez horas y precisamente eso era lo que iba buscando para poder estudiar y trabajar a la vez.  Con el tiempo aumenté las horas a dieciséis e incluso podía trabajar los fines de semana que no tenía que estudiar. La empresa tenía dos departamentos más en los que yo, como conocedor del idioma de Shakespeare, podía trabajar, Operaciones y Pasajes. Había una diferencia, para Operaciones te pedían el PCP, que significa permiso de conducir en plataforma, mientras que en Pasajes no te lo pedían. Así que me presenté al PCP, y como cada vez que te presentabas era gratis, no dudé en pedir hora para el examen y como era habitual para mí ponerme a estudiar, me puse manos a la obra. Lo saqué a la primera y después de hacer el curso propio del departamento de Operaciones me pusieron a trabajar, pues ya tenía experiencia en la plataforma. Mis problemas laborales y económicos se habían solucionado y ahora se trataba de estudiar. Me costaba la asignatura de Derecho y Economía pues requería mucho tiempo y memoria. Mis padres estaban que trinaban debido a que no se esperaban que yo me buscase la vida y no hacían más que echar pestes de que trabajase para una empresa temporal, y que no tenía futuro, pues según ellos no iba a heredar el aeropuerto, mientras que su tienda sí. Yo les dije lo que voy a heredar son deudas que no pienso pagar ni tengo porqué. Seguí estudiando y llegué a defenderme en la lengua de Goethe. Hacía mis pinitos con el francés y llegaba a comprender que para estudiar hace falta tener un control mental y económico. Para ese control necesitas a tus padres que te tienen que apoyar en todo momento. Cuando estaba en tercero de carrera y tenía atragantada la asignatura de Derecho Administrativo de segundo, me planteé poner mi curriculum durante la campaña de invierno en los hoteles, pues en el aeropuerto sólo cotizaba por horas mientras que en los hoteles cotizaba la jornada completa. La verdadera razón de mi acto fue que la convivencia con mis padres era negativa y eso me afectaba en los estudios y lo que tenía claro era que no pensaba estar estudiando toda la vida. No les iba a dar ese gustazo y tampoco iba a perder el tiempo. Inesperadamente me llamó un hotel de cuatro estrellas y como vieron en mi currículum que tenía experiencia en las maletas y sabía idiomas, me ofrecieron el trabajo de botones. Me hicieron un contrato por un año y no dudé en aceptarlo. El hotel se ubicaba en Santa Cruz de Tenerife y pronto se me presentó la idea de independizarme, mientras, la carrera de Turismo la podía ir sacando poco a poco. Empecé de botones en Octubre de 2007 en el hotel y así empezó mi búsqueda de una habitación aunque más me seducía la idea de un apartamento para mí solo. Para ello me pedían un aval en las agencias inmobiliarias y me di cuenta que no lo tenía, acudí a mis padres pero éstos se negaron pues todavía estaban resentidos por no haber trabajado gratis en su tienda y me recriminaban que estaba trabajando de botones. Mi suerte cambió cuando hubo una vacante de recepcionista y me presenté. Sabían de mi trato amable con los clientes y que el poco tiempo que había estado allí no les había causado ningún problema. Ese día que renovaron mi contrato fue muy feliz, pero tenía el problema del aval, así que acudí a mi amigo Felipe. Me dijo que él aunque tuviera dinero no tenía la costumbre de avalar a nadie. Me dio sus explicaciones y yo las entendí. Me sentía decepcionado pues de nada me servían mis estudios ni mi carácter trabajador si no tenía un aval. Mi amigo Felipe se iba de viaje a Barcelona y me pidió que cuidase de su perra. Me dejó preparada la comida en una cesta grande y tan sólo tenía que abrir la casa, ponerle la comida y el agua y darle una vueltita al animalito. El primer día que fui le puse la comida pero no se la comió de inmediato, pero sí bebió agua. Llamé a mi amigo a Barcelona pero me dijo que había un día en que la perra comía de noche. Al día siguiente, terminado el trabajo fui a su casa después de coger el tranvía y vi que la perra no se había comido la comida, le puse agua y llamé a mi amigo. Me dijo que un día a la semana no comía y que esa era la razón, la perra estaba contenta y le di una vueltita. Me quedé preocupado y mayores fueron mis preocupaciones al día siguiente cuando mi padre se cabreó conmigo cuando compré una zapatera y una mesilla de noche, pues la mía, que tenía sus años, ya era hora de cambiarla, y a los zapatos también les hacía falta una zapatera. Me sentí con valor y mandé a mi padre a la mierda, le dije que no le aguantaba más y me fui. La perra tenía que comer y fui a ponerle la comida. Sin embargo me llevé una sorpresa, me recibió muy contenta pero me enfadé con ella, no había comido, apenas un fisquito de todo el bote que le había puesto. No encontraba la razón por la que no comía. Volví a llamar a mi amigo y éste me dijo que no lo entendía, alegó que la comida podría haberse estropeado por haber estado varios días expuesta a la intemperie. Me dijo que la cambiase y le pusiera nueva. Cosa que hice pero con el mismo resultado, así que volví a llamar a mi amigo y éste me dijo que a la perra le gustaban las latas de carne mezclada con pienso. No lo pensé dos veces y fui a la tienda de animales y compré varias latas de carne. Abrí una y se la mezclé con el pienso, mi sorpresa fue que la perra devoró la comida y eso me hizo feliz. Yo no sabía dónde dormir, así que llamé a mi amigo Raúl que me había hablado de una habitación libre en su piso. Tuve suerte porque la habitación todavía estaba libre. Ya tenía dónde dormir. Pasé la noche en la habitación y al día siguiente me llevé mis cosas. Después fui a darle de comer a la perra, a la cual ya le tenía cogido el truco, una lata de carne mezclada con pienso. Al par de días mi amigo vino del viaje y me llamó. Estuvimos hablando y comprendió que lo importante en la vida era la amistad y yo se la había demostrado. El me dijo: pídeme lo que quieras y simplemente le pedí el aval para alquilar mi piso. El no se negó y ahora veo que los días en mi vida son más llevaderos hacia la felicidad.

Fin
Copyright 2012.

lunes, 15 de octubre de 2018

El reloj

          El viejo Alfredo llegó a la conclusión de que había llegado su hora. Eligió a su nieto Andrés para darle su legado, consistente en un reloj mágico. Varias veces había hablado con él de este asunto y al chiquillo le había encantado la idea de tener un reloj con el cual podría viajar por todo el tiempo.
—Toma, Andrés, con tan solo mover las manecillas viajarás por el tiempo.
—Gracias, abuelo, puedo ponerlo en práctica.
—Sí, a la hora de comer. Tú solo tienes que responder a unas preguntas.
A la hora de comer, Andrés se sentó con sus padres. Se fue a servir y su padre le gritó:
—No seas glotón y espera a que los demás se sirvan. —Al rato le preguntó —: ¿Cómo te va con las chicas?
—Estoy saliendo con Laura.
—Esa es una puta. Sal con Tania —respondió su padre.
—¿Qué piensas estudiar? —preguntó su hermano.
—Biología.
—Para que te mueras de hambre, estudia empresariales —respondió su hermano.
—¿Qué película has visto? —preguntó su madre.
—La guerra de las galaxias
—Esa película es comercial, ve Sunset Boulevard.

Andrés cogió su reloj y le dio a las manecillas. En un instante volvió a sentarse en la mesa.
—No esperes a que te sirva tu madre que no es una criada —dijo su hermano y le preguntó—. ¿Cómo te va con las chicas?
—Estoy saliendo con Tania.
—Tania es una estrecha. Sal con Raquel —contestó su hermano.
—¿Qué piensas estudiar? —preguntó su madre.
—Empresariales.
—Qué codicioso, siempre pensando en el dinero. Estudia Medicina.
—¿Qué película has visto? —preguntó su padre.
—Sunset Boulevard.
—Esa película no dio dinero, ve Tiburón.
Andrés desconcertado cogió su reloj y le dio a las manecillas. En un instante se volvió a sentar a la mesa.
—¿Puedo servirme? —preguntó Andrés.
—Sí, puedes servirte.
—¿Cómo te va con las chicas? —preguntó su madre.
—¿Con quién quieres que salga? —le preguntó Andrés a su madre.
—Con Raquel.
—Saldré con Raquel —contestó Andrés.
—¿Qué piensas estudiar? —le preguntó su padre.
—¿Qué quieres que estudie?
—Medicina —contestó su padre.
—Estudiaré Medicina.
—¿Qué película has visto? —preguntó su hermano.
—¿Qué película quieres que vea?
—Tiburón.
—Veré Tiburón.
Andrés terminó de comer. Tenía la lección aprendida y se dirigió a ver a su abuelo para contársela. Su abuelo estaba escribiendo con su máquina de escribir en su despacho.
—Abuelo, todo es criticable y no te critican cuando haces lo que ellos quieren.
—Así es, quieres conocer a los grandes genios de la historia. ¿Quieres conocer el secreto de la vida? —preguntó su abuelo.
—Sí, abuelo.
—Entonces utiliza tu reloj y buen viaje.


Autor: Francisco Morales Domínguez

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El Dinero

      Jonay se había reunido con sus padres para darles una noticia reveladora. Iba a estudiar Filosofía, pero sus padres le obligaron a estudiar Empresariales porque era dinero. Sus padres sin darse cuenta le habían convertido en un frustrado. Terminó la carrera de Empresariales, pero no estaba contento con su vida. Su rebeldía le llevó a estudiar Filosofía por su cuenta. Allí conoció a una persona que dio un poco de luz a su oscura vida. Se llamaba Sonia. Y se enamoró perdidamente de ella. Un buen día se lo comunicó a sus padres. Pero ellos le obligaron a casarse con Carolina porque era dinero: sus padres le volvieron a hacer la jugada, pero esta vez era peor, le habían convertido en un infeliz. Estudió unas oposiciones a profesor de Filosofía en un instituto y las aprobó. Se divorció de Carolina y volvió con su verdadero amor, quien lo perdonó. Llegaron los niños sin darse cuenta. Era feliz y estaba realizado. Y así pasaron los años. Un buen día sus padres, arruinados, le llamaron y le comunicaron que no se podían valer por su cuenta; le pedían que los cuidara. Jonay les contestó que se tendrían que ir al asilo porque él no podía dejar su trabajo y familia para cuidarlos porque ya no eran de su familia.

Autor: Francisco Morales Domínguez
Copyright.