Título: “El
ticket”.
Le había regalado a mi cariñosa amiga Marta por
su cumpleaños una tarjeta de regalo de Women’secret, donde trabaja mi otra
amiga, también cariñosa, Carlota. Inocente de mí guardé el ticket en el cajón
de mi cómoda. Al cabo de los días, me corté el pelo en la peluquería de Marta en
Santa Cruz y luego quedé con mi hermana para ir a Lefties en Carrefour a por
unos vaqueros. Compré unos de color azul marino y pedí otros azul celeste por Internet,
la chica me dijo que los pagara primero y guardara el ticket, el cual también guardé
en el cajón de la cómoda. Pasadas unas semanas se me caducaba el antivirus y mi
hermana se ofreció a buscarlo a Carrefour. Casualmente, me había llegado el
mensaje del pedido de Lefties al correo electrónico, así que le pedí que si
podía también traerme los vaqueros. Metí la mano en el cajón y el primer ticket
que vi, cogí. No pude acompañarla porque tenía prácticas en la recepción del
hotel NH con mi compañera Araceli. Al par de horas, recibí una llamada de mi
hermana diciéndome que le había dado el ticket de Women’secret. ¡Dios mío¡, ¿ahora
qué hago? El chico de Lefties le dijo a mi hermana que hiciera un pantallazo al
código QR del correo electrónico que me había mandado Lefties y que se lo enviara
por Whatsapp. Así hice con la ayuda de Araceli. Por la noche cuando vine de la
recepción estaba el paquete de los vaqueros. Mira por dónde, el error humano lo
suple el saber usar la tecnología.
Autor: Francisco Morales
Domínguez.
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