Después de la lluvia
Después de la lluvia, puedo matar
el amargo sueño, asesinar la distancia,
caminar entre careyes y caguamas,
entre mosquitos que cositean.
Después de la lluvia, la luz sin miedo
al mañana se enardece feliz
y las nereidas agitan los brazos,
me enseñan las gracias del oleaje
y me acuerdo de ti.
Entonces resucita el vuelo de mi alma,
es como regresar a casa.
Excitada, sucumbo.
Abrazo el estallido del arco iris,
el lupanar de lagartijas.
Capturo cada instante
y pienso que Mallarmé está equivocado:
la eternidad sí está al alcance de los vivos.
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